El fantasma del “Tío Ubico” en el Teatro Municipal

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Cuentan que el “Tío Ubico” toca maravillosamente el piano, suelta el agua de los grifos y prende las luces del escenario. Hoy el camerino “J” que perteneció a Wenceslao Monrroy es un atractivo turístico del Teatro Municipal y está abierto a todo el público en general en el circuito de la larga noche de museos que se realiza cada año.
Oscar Reynaldo Yupanqui
2024
04
Septiembre
Miércoles
20:38 PM
Placa mención al Tío Ubico /Perspectiva Temporal
Placa mención al Tío Ubico Foto: Perspectiva Temporal
Lectura

Cuenta las historias que en edificaciones antiguas existen fantasmas que deambulan por los salones y pasillos de aquellos sitios que en otras épocas fueron los más concurridos. Entre luces, sombras y sonidos los fantasmas van haciendo de las suyas con travesuras a los visitantes y a las personas que trabajan en esos lugares de los teatros, los cines, entre otros. Hoy el camerino “J” que perteneció a Wenceslao Monrroy es un atractivo turístico del Teatro Municipal y está abierto a todo el público en general en el circuito de la larga noche de museos que se realiza cada año.

Una de esas experiencias a flor de piel, la trae el periódico El País de Tarija con el actor de teatro Alfredo Rivera, con más de 30 años de trayectoria. Su obra favorita es “Manos de Eurídice” de Pedro Bloch, con la que realizo 1.508 presentaciones. A lo lejos alguien aplaude la magistral actuación. Un elegante señor en la platea del Teatro Municipal de La Paz se acerca y susurra a Rivera que la obra lo llevará a recorrer el mundo. “Su actuación es incomparable”, le dice el extraño personaje mientras camina parsimoniosamente hacia el centro del escenario, donde de pronto desaparece. (1) 

La escena ocurre allá por el año 1967 cuando Rivera comenzaba a interpretar el personaje que lo llevó a la fama. ¿Pero quién era ese distinguido señor? Según Rivera se trataba de Wenceslao Monrroy, actor y director boliviano, a quien todos le llamaban Tío Ubico.  “Yo lo he sentido  y Guido Calabi Abaroa -uno de los mejores escritores que ha tenido este país- también lo sintió porque por esas contradicciones que tiene la vida Guido era portero del teatro municipal”,  relata Rivera. (1)

Cuentan que el “Tío Ubico” toca maravillosamente el piano, suelta el agua de los grifos y prende las luces del escenario. Cuando Guido Calabi se percataba de esto el piano estaba tapado, el agua caía de las piletas y evidentemente las luces estaban prendidas. Es el “Tío Ubico”, decían todos. Sin embargo, no sólo él aplaudió la obra estrella de Rivera. Un día, cuenta el actor, que advirtió la presencia de dos personas en platea luego de una función cerca de las 11:30 de la noche. Cuando bajó a la sala, ya no había nadie. “Hay en los teatros algunas cosas que repercuten en el espacio”, dice Alfredo. Empero, lo pronosticado por el “Tío Ubico” se cumplió. “Las manos de Eurídice” de Pedro Bloch abrieron la carrera profesional de Alfredo y le dieron la profundidad de lucirse como actor en varios departamentos y países. (1)

Otros fantasmas del Teatro Municipal

Estos seres son parte de los muchos secretos que el teatro guarda celosamente entre sus espesas paredes y capas de pintura. Aún hoy quedan espacios que nadie recorrió.  (1) 
La forma como cuentan, los que tuvieron estas experiencias paranormales es el verdadero misterio. Y a continuación recuperamos un extracto de una nota publicada en el Extra, sobre estas experiencias. (2)

EL PIANISTA
Una tarde, al pasar por la puerta de la platea, escuché que alguien tocaba el piano. Por curiosidad, entré y no vi a nadie, pero seguí la música que salía de la fosa. Bajé las gradas y vi a un pianista. “Qué hace usted aquí”, le dije y entonces noté que me sangraba la nariz. Corrí al baño y luego comenté con mis compañeras lo del extraño. Fuimos juntas a pedirle que explicara su presencia, pero no había nadie, ni siquiera el piano que, en realidad, no podría llegar a esa fosa pues no hay manera de cargarlo desde el escenario. No me creyeron, pero yo sé lo que vi y escuché. Desde entonces, no me quedo sola en el teatro ni por todo el oro del mundo. Inés, taquillera.

EL TROPEZÓN
Bajaba las gradas que llevan de los palcos al hall del teatro, llevando varios archivadores. Mis pies se enredaron y caí… bueno, no llegué a caer pues alguien me sostuvo de la chaqueta. Pensé que era un compañero y me di la vuelta para agradecerle, pero estaba sola. Fátima, ex-secretaria.

TRAVIESO
Estaba haciendo mi ronda nocturna, cuando ya no quedaba nadie en el teatro. Ya estaba acostumbrada a que el Tío toque la puerta de mi cuarto por la madrugada; pero esta vez me asustó tanto que me quedé largos minutos quieta y en la oscuridad total: ocurre que al pasar por el baño de varones del área de artistas, escuché que allí adentro comenzó a funcionar el secador eléctrico de manos: estuvo mucho pero mucho rato sonando. Guardia municipal.

EL HOMBRE DE NEGRO
Acabada la función, nos quedamos el jefe de tramoya, el guardia y yo para hacer unos ajustes en el escenario. Subí a la parrilla para acomodar un telón de fondo y desde allí divisé a un hombre de negro en el pasillo lateral izquierdo, abriendo uno por uno los camerinos. Pensé que podía ser el guardia; pero cuando noté que el hombre se perdía en el camerino J, que se dice que es del Tío Ubico y por eso no lo usan los artistas, divisé al guardia en el escenario. No recuerdo cómo bajé pero aparecí a su lado. David, ayudante de tramoya.

EL OTRO
Una noche, muy tarde, estaba ayudando al tramoyista Lucio para concluir con un montaje. Estábamos solo los dos. Él me pidió que subiese a la parrilla para colgar unas telas. En eso estaba, cuando vi pasar a Lucio y meterse en el entretecho, el que está encima de la platea. Le hablé, pero no me contestó y solamente se quedó parado en la oscuridad, al fondo. En eso escuché la voz del tramoyista desde abajo, desde el escenario, llamándome. No tengo idea de cómo bajé. Carlos, escenógrafo

Periódico El País, Ecos de Tarija - Danitza Montaño (1)

La Razón revista Escape  (2)